POR: PSIC. EDGAR ALVAREZ H,
Los pueblos indígenas del
mundo, considerados pre-modernos, han venerado, amado, respetado y cuidado el
medio ambiente. Así ha sido desde hace siglos. Se demuestra con claridad en la respuesta del
Gran Jefe Seattle al gobernador Isaac I. Stevens en los Estados Unidos en 1854.
En aquella oportunidad el Gran Jefe expresaba que cada parcela de esta
tierra...cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada
gota de roció en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, era
sagrado a la memoria y al pasado de su pueblo. Manifestaba que las flores
perfumadas, que el venado, el caballo, la gran águila y el rio eran sus
hermanos. Asimismo, mencionaba que las
escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el
hombre, todos pertenecían a la misma familia. Al referirse al agua cristalina
que corre por los ríos y arroyuelos, decía que, no era solamente agua, sino que
también representaba la sangre de sus antepasados. En relación a cada reflejo fantasmagórico
en las claras aguas de los lagos, decía que, contaba los sucesos y memorias de las vidas de sus
gentes. Todo parece indicar que la veneración, el amor, respeto y cuidado del
medio ambiente de estos grupos, considerados pre-científicos, aseguraba un sano
equilibrio. Aniceto Aramoni escribe que "La naturaleza es muy sabia en lo
que concierne a sí misma. Mantuvo un balance que le permitió subsistir sin
problemas hasta que cometió su único error: la aparición del hombre, quien provocó la pérdida del
equilibrio y la amenaza de la destrucción de la vida. (Aramoni, 1984). Explica
que "en el animal-hombre lo que tiene de hombre es lo que constituye un
peligro. Lo animal va bien con el ambiente: se reduce a él, lo acepta, obedece
y vive sin alterar los niveles". Pero "la porción de hombre se salió
del molde y patrón, adoptando una actitud insana, despreciando su herencia milenaria" (Aramoni, 1984),
herencia respetada por aquellos pueblos indígenas, irrespetada por los
ciudadanos modernos y posmodernos. El ser humano cambió, ese cambio se aprecia
en cómo se relaciona con su medio
ambiente. Una relación cuya tendencia prefigura una situación terrible. Ahora
todo parece indicar que el ser humano se ha independizado del medio ambiente,
ilusamente, como si el pensamiento humano configurara la realidad. Tan así que
esa realidad, ese medio ambiente, esa naturaleza desde hace años se ha
intentado domesticar (controlar y manipular) a gusto y placer lo cual ha
provocado graves consecuencias. Lo cierto es que el pensamiento no constituye
la realidad, "el ser humano no es más que un objeto contenido dentro de un mundo que
contiene objetos" (Alvarez, 2008). Somos seres temporales. Si se comprende
lo anterior quizá se cambie la forma en que el ser humano establece relaciones
con el medio ambiente. Quizá eso frene en gran medida miles de situaciones que ponen al ser humano al
borde de su auto-destrucción. Ya que si el medio ambiente peligra, con él, el
ser humano.
Habrá que comprender que
el ser humano es parte de la tierra, del medio ambiente. Si se espera que la situación
del ser humano cambie es necesario que tome conciencia, de manera
individual, de lo que puede aportar,
hacer desde su trinchera. Viajar al espacio interior, como quisiera Aramoni.
Ese divorcio del ser humano con respecto de la naturaleza podría detenerse.
Resulta, pues, necesario volver a
venerar el medio ambiente. Al "mundo natural, al gran todo, y así
participar en y con sus creaciones" (Paz, 2003). Octavio Paz manifestaba
que "hay una relación íntima entre venerar y participar: la veneración es
ya participación. Veneramos al mundo que nos rodea y, en un segundo movimiento,
esa veneración se extiende a todas las cosas y los seres vivos, de las piedras y los arboles a los animales y
los hombres. La fraternidad es una dimensión de la participación y ambas son
expresiones de la veneración. Sin veneración no hay participación ni
fraternidad" (Paz, 2003). Urge reconciliar al ser humano con la naturaleza
porque el daño que el mismo ha provocado al medio ambiente es alarmante. No hay
mejor manera de comprender que la lucha contra esta locura ecocida y
medio-ambiental es una lucha contra el mal, contra el mal individual, contra el
mal de sí mismo, contra el mal que no recapacita, que no reflexiona, que
pretende el exterminio del ser humano aun sin darse cuenta. Por esa razón, se
propone CREAR LAZOS AMISTOSOS CON EL MEDIO AMBIENTE. Se desea que el ser humano
recapacite, que reflexione, que haga lo propio para cambiar la situación con
respecto al medio ambiente. Se espera
que el ser humano reflexione de manera similar al Gran Jefe Seattle quien
expresó que ellos preferían el suave susurro del viento sobre la superficie de
un estanque, así como el olor del mismo
viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con el aroma de los
pinos. Lo importante es iniciar ya que "toda modificación del medio físico
provoca cambios en las pautas de
conducta desarrolladas, ya sea en ese espacio o en otro" similar
(Proshansky, Itelson, Rivlin, 1978).
El escritor Luis Tamayo
expone algunas posibilidades que bien pueden alinearse a la propuesta anterior,
a saber; construir una nueva sociedad libre de consumismo y transporte ineficiente,
una que piense globalmente pero actúe
localmente, una que reduzca, reutilice y recicle sus residuos. De la misma
manera, construir nuevos valores para esa nueva sociedad donde el altruismo
prevalezca sobre el egoísmo, la cooperación
sobre la competencia, la capacidad lúdica sobre la adicción al trabajo, lo
local sobre lo global, la autonomía sobre la heteronomía, el gusto por la obra
maestra sobre la producción en cadena y
el gusto por lo gratuito (goce de vivir) sobre el gusto por lo raro (el oro,
los diamantes). También consumir mejor,
aumentar la durabilidad de los productos, eliminar el embalaje innecesario
(entre otros, las bolsas de plástico), sustituir el transporte automovilístico
unipersonal por el colectivo, mejorar el aislamiento térmico de las viviendas y
estimular el consumo de productos de la región. Finalmente, es necesario
enfrentarse a los medios de comunicación que clara y definitivamente destruyen
esos lazos amistosos con el medio ambiente y con la sociedad. (2009) De no ser así,
sucederá como menciona A. Aramoni, "El hombre puede destruir a la
naturaleza, es superior a ésta y más poderoso; situación terrible por absurda: podrá
vencerla, dominarla, acabar con ella, pero...habrá terminado de modo estúpido con él mismo" (Aramoni,
1984). Porque como dijera el Gran Jefe Seattle: "Todo lo que le ocurra a
la tierra le ocurriría a los de la tierra".
felicidades un texto muy bionito y que te deja pensando lo mucho que nos da la naturaleza.
ResponderEliminarOrale padrisimo artículo, muchas felicidades Edgar!! :-)
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